Locost: Construcción de una réplica del Lotus Seven

Mientras escribía mi artículo anterior, que podéis leer aquí, recordé el proyecto al que dediqué gran parte de mi tiempo libre mientras estaba en España y que lamentablemente se quedó en standby al mudarme a Suiza.

¿De qué proyecto os estoy hablando? De la construcción de una réplica de Lotus Seven. Si os gusta este artículo continuaré con la serie explicando todos los problemas con los que nos fuimos encontrando y cómo los fuimos resolviendo hasta llegar al estado actual: con el chasis ya construído, el motor dentro del chasis y a falta de fabricar suspensiones y dirección.

Empecemos por el principio

Desde siempre me ha obsesionado la idea de diseñar y construir mi propio vehículo. Los primeros dibujos que conservo son bocetos de coches en los que incluso hacía diseños rudimentarios de sus motores. Desde ahí todo ha ido evolucionando, sin perder un ápice de la ilusión e imaginación de aquellos días.

Tengo entrañables recuerdos de un libro que sacaba cada semana de la biblioteca municipal, del que por desgracia no recuerdo el nombre, y que recopilaba fotografías y datos técnicos de coches de competición de la época en la que se había publicado, a mediados del siglo pasado. Uno de esos coches era el Talbot-Lago T26C, uno de los coches que más marcaron mi infancia y que acrecentaron mi obsesión por estos cacharros de cuatro ruedas.

Por suerte tengo buenos amigos que comparten esa misma ilusión y en cada una de nuestras salidas ruteras se repetía la misma conversación, ensoñando cómo sería conducir por aquellas carreteras bólidos de fabricación propia inspirados en el Lotus Seven, Maserati Birdcage o Lotus 49.

Si de verdad eres un apasionado del automovilismo querrás, como nosotros, experimentar la conducción de la forma más pura posible y para eso no hay nada como una máquina de este tipo. En estos coches el conductor está completamente expuesto, no existe ningún tipo de ayuda electrónica y todo se tiene que confiar a la pericia del piloto y al buen trabajo de los neumáticos y las suspensiones.

Pelearse con un cambio de tacto metálico para progresar entre las curvas de una sinuosa carretera de montaña, sentir el trabajo de los neumáticos tratando de agarrarse al suelo, de la suspensión tragando baches en pleno apoyo o la dirección leyendo con precisión cada cambio en la carretera, sin nada que intervenga entre medias es lo que yo entiendo como diversión al volante.

Hacerse con un Jaguar D-Type original seguramente sea el sueño de casi todos los que leemos este tipo de blogs, porque no solo permite saborear esas sensaciones, sino que además nos serviría para inscribirnos en carreras tan legendarias como la Mille Miglia o Lemans Classic. El problema es, como siempre, el dinero. Como la opción del D-Type está fuera del alcance de la gran mayoría de nosotros, tendremos que buscar una solución al alcance de nuestro bolsillo.

En el libro que originó el movimiento de fabricación de réplicas de Lotus Seven “Build your own sports car”, su autor, Ron Champion, dice que se puede construir con un presupuesto de 200 libras. Lo cierto es que eso está muy lejos de la realidad y yo prepararía un presupuesto bastante más generoso. Ya hablaremos de presupuestos en los artículos que están por venir.

Dónde construir el coche

El primer paso para poder hacer este proyecto, y quizá el más importante, fue conseguir un sitio donde almacenar todas las piezas que íbamos acaparando, tener colocadas las herramientas necesarias de la forma más accesible y poder construir la mesa de trabajo sobre la que haríamos el chasis.

A principios de 2014 conseguí habilitar un pequeño garaje que hasta entonces estaba siendo utilizado como trastero. No creais que fue un trabajo sencillo, en el garaje no había instalación eléctrica ni por supuesto iluminación de ningún tipo más allá que la luz que se colaba por las pequeñas y sucias ventanas.

Un mes de vacaciones después y dolor de espalda mediante, había conseguido adecentar el garaje, instalar un sistema eléctrico rudimentario, buena iluminación y ordenar todo el material, que hasta ese momento era aún escaso.

Con todo ordenado y espacio suficiente para dos coches, comenzamos a construir la mesa de trabajo en acero.

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Toma de decisiones

Un proyecto de esta envergadura no se puede empezar sin haber decidido, al menos, las características fundamentales del coche que queremos construir. Hasta ahora teníamos un lugar donde llevar nuestro proyecto a la práctica y las herramientas necesarias para hacerlo, pero seguíamos sin tener completamente claro qué tipo de coche queríamos fabricar.

Como comentaba un poco más arriba las tres ideas que barajábamos en un principio era fabricar algo basado en coches de competición de las décadas de los 50 y 60. La idea que más nos seducía era construir un coche inspirado en GTs como los espectaculares Maserati Tipo 61 o Ferrari 250 Testa Rossa (o el Maserati 250S de la foto inferior); como segunda opción nos planteábamos los monoplazas que en esa época tenían su máximo exponente en los Lotus 25 y Lotus 49, sin olvidarnos del BRM de las fotos; o la opción claramente más factible y sencilla un Lotus Seven.

Descartamos la primera opción por la dificultad que iba a suponer hacer una carrocería tan compleja. Sin herramientas adecuadas (rueda inglesa, por ejemplo) y como primer proyecto, una carrocería en aluminio con semejante complejidad se nos quedaba muy lejos.

También desechamos el monoplaza de motor central porque encontrar un motor y caja de cambios adecuados es una tarea complicada (y cara), ya que la única opción viable era utilizar un V8 de Audi adaptado a una caja de cambios también de Audi, pero exclusivamente tracción delantera; de modo que colocados detrás del conductor tuviésemos la configuración de motor V8 central trasero. Además, si queríamos que el coche fuese similar al original, el motor y la caja de cambios deberían ser parte estructural del chasis, requiriendo el diseño y fabricación de añadidos a la campana del cambio y a los soportes del motor.

Por descarte, decidimos ceñirnos al tipo de chasis utilizado en las réplicas de Lotus Seven. No sólo es mucho más sencillo de fabricar, también es más fácil encontrar información para las dudas que nos vayan asaltando en el proceso de construcción porque son muchos los proyectos y foros dedicados a estas réplicas con mucha (aunque dispersa) información.

Ya habíamos tomado la decisión del tipo de chasis que fabricaríamos, pero seguía habiendo muchos puntos a discutir. Ya sabéis quienes nos leais habitualmente que soy un firme defensore del sonido como parte vital de la experiencia de conducción, así que la elección de un motor V6 como alma para el Locost no fue muy difícil, descartando motores mayores por el gran peso que implican y los 4 cilindros porque su sonido no es para nada especial, al menos no en motores que nos pudiésemos permitir.

La mayoría de proyectos de construcción de una réplica de Lotus Seven utilizan cajas de cambio y diferenciales de Ford Sierra, en este aspecto no quisimos ser diferentes y nos decantamos por seguir esta opción probada mil veces.

Diseño del chasis

Tomadas todas las decisiones, pudimos comenzar con el diseño del chasis. En nuestro caso, utilizando un motor V6 necesitamos un chasis más ancho de lo normal, por lo que Der Kurze realizó un diseño propio, del que compartiré más detalles con vosotros en próximos artículos.

Aparte de necesitar modificar las dimensiones del chasis para dar cabida a nuestros componentes, necesitamos que la suspensión fuese diferente a las que se utilizan en los diseños de los libros de Ron Champion y Chris Gibbs, ya que la idea era utilizar unas manguetas de aluminio de Opel GT que tenía guardadas de un proyecto anterior.

Parece que no son tantos los cambios, pero una vez puestos manos a la obra (con diseños realizados en Autocad y Solidworks) absolutamente todas las piezas de perfilería de acero que deberíamos cortar posteriormente para hacer el chasis tenían dimensiones diferentes a los planos de los libros.

Todas las piezas que componen un chasis de Lotus Seven, cortadas y preparadas

Fuentes de información

Una parte muy importante de la preparación de un proyecto de este tipo es conseguir toda la información posible. Por lo general la información se encuentra con cuentagotas y dispersa por infinidad de hilos de foros, sobre todo de habla inglesa.

Los dos libros de lectura obligatoria para cualquiera que se vaya a embarcar en un proyecto de este tipo son “Build your own sports car” de Ron Champion y “Build your own sports car” de Chris Gibbs. No hay ninguna errata, los dos libros tienen exactamente el mismo título. El primero, como ya decía al principio del artículo, es el libro que dio origen a todo el mundo Locost y el segundo es una revisión y actualización del anterior, con nuevos diseños de chasis y utilizando coches más modernos como donantes de componentes.

En estos libros se detalla desde los planos del chasis hasta cómo construir la carrocería, pasando por las herramientas necesarias o la elección del coche donante. Actualmente el libro de Chris Gibbs es muy difícil de conseguir, llegando a pedirse incluso 250€ por él.

Espero que os haya gustado el artículo. Si os ha gustado, hacédmelo saber y en el siguiente capítulo continuaremos con el diseño del chasis.

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