Cité de l’Automobile – Colección Schlumpf

Bugatti tipo 35 C

El museo nacional francés del automóvil, en Mulhouse, contiene una de las colecciones de coches más espectaculares del mundo y es uno de esos sitios que cualquier amante de las cuatro ruedas debería visitar por lo menos una vez en la vida. En mi caso ya son algunas visitas más, y es que ya hace casi siete años de la primera vez que descubrí este lugar, desde entonces vuelvo cada año una o dos veces. Con sus más de 500 vehículos, de los cuales unos 150 son de la marca Bugatti, en cada nueva visita siempre descubrimos algo nuevo.

Bugatti tipo 57 S Atalante

La historia que se esconde detrás de la creación de este templo del motor es también digna de una novela. En unos tiempos en los que estos coches simplemente eran considerados viejos cacharros, dos hermanos de origen suizo empezaron a comprar y restaurar estos automóviles. Lo que empezó siendo una afición, se convirtió con el paso del tiempo en una obsesión y finalmente acabaría siendo su ruina.

Bugatti tipo 35 B

Giovanni “Hans” Schlumpf nació el 21 de febrero de 1904 en Omegna, Italia. Federico “Fritz” Schlumpf llegó al mundo dos años más tarde, el 24 de febrero de 1906 en el mismo lugar. En 1908 la familia se traslada al lugar de origen de la madre, Jeanne Schlumpf, en los alrededores de Mulhouse, en la Alsacia. Allí los padres de Jeanne poseían una empresa de jardinería y le ofrecieron un trabajo al joven Karl Schlumpf como contable, para poder así asegurar la estabilidad financiera de la joven familia.

Esta fue una decisión transcendental para el futuro de esta historia, ya que fue aquí en la Alsacia, donde los hermanos Schlumpf amasaron su fortuna en la prospera industria textil de la zona de la primera mitad del siglo XX.

Fritz compró su primer Bugatti en el año 1928 a la edad de 22 años, a este le siguieron muchos más como veremos más tarde. De los dos hermanos podemos decir que Fritz, el más joven de los dos asumió desde muy pronto el papel de lider y también que la madre de ambos ejercía una gran influencia sobre la vida y los negocios de sus hijos. En esto seguramente tuvo mucho que ver el hecho de que Jeanne se quedara viuda en el año 1918 con solo 40 años y fuera ella la encargada de sacar adelante a sus dos jóvenes vástagos.

No se sabe a ciencia cierta cuando empezó la obsesión de Fritz por coleccionar coches. Si se sabe que en el año 1947 Fritz Schlumpf ya era poseedor de un mínimo de tres Bugatti: un tipo 35 B, un tipo 57 SC y un tipo 57. El tipo 35 B lo había comprado ya en 1939 por unos 11.000 francos y participaba regularmente con el en diferentes carreras. Hoy todavía lo podemos ver en el museo junto a una foto de Fritz en una de aquellas carreras.

Bugatti tipo 35 B

En 1953 Fritz estrenó un flamante Mercedes-Benz 300 SL, que pasó a ser uno de sus coches más utilizados. Por aquella época también importó de los Estados Unidos un Buick 8, que en los siguientes años se convirtió en uno de sus automóviles más queridos, a pesar de ello en la actualidad no encontramos ni un solo coche americano en tan extensa colección.

A finales de los años 50 el número de coches no paraba de crecer y poco a poco se fueron quedando sin espacio en Malmerspach. En julio de 1957 los hermanos Schlumpf compraron una antigua fábrica en la avenida de Colmar, en Mulhouse. Allí prepararon hasta 1958 no solo el interior donde meter su creciente número de coches, sino que también construyeron un taller para reparar y restaurar todos los vehículos que empazaban a llegar en gran número. En aquel lugar tenían empleados de manera permanente a diez trabajadores.

Hispano-Suiza T45 Alfonso XIII

Solo en el verano de 1960 los dos hermanos compraron nada menos que 40 coches en el sur de Francia, entre los cuales se encontraban : diez Bugattis, tres Rolls Royce o dos Hispano Suiza. La visión de Fritz para los negocios queda demostrada con esta transacción, en la cual de media pagó tan solo 5000 francos por unidad, a pesar de que los precios de los clásicos en aquellos años no eran comparables con los actuales. Fritz tenía un gran talento negociador y siempre lograba unos precios de venta muy ventajosos.

Maybach DS8

En 1963 la fábrica de Bugatti en Molsheim fue vendida a Hispano-Suiza, que por aquel entonces fabricaba solamente motores de aviones. Los nuevos dueños decidieron vender la gran mayoría de automóviles, motores y piezas que allí todavía quedaban como un solo paquete. Por 120.000 francos los hermanos Schlumpf se hicieron con 18 automóviles completos, entre los que se encontraban los coches personales de Ettore Bugatti y el que es hoy día la gran joya del museo, el tipo 41 Royale cupé Napoleon. Ocho motores, cuatro chasis con motor y diferentes piezas también formaban parte del paquete.

Bugatti tipo 41 Royale coupé Napoleón

Al mismo tiempo firmaron un contrato por el cual podían revisar y reparar los coches de la marca Bugatti, trasladando los experimentados mecánicos de Bugatti a su propio taller en Mulhouse. Este contrato tenía una cláusula por la cual no les estaba permitido la creación de nuevos automóviles, tan solo la reparación y mantenimiento de los ya existentes. Este punto del contrato acabaría con los Schlumpf y la familia Bugatti en los tribunales algunos años después, significando también el final de la buena relación entre ambas familias.

Dufaux tipo 100 HP

El imperio textil de los Schlumpf no era ajeno a la fuerte crisis que padecía este sector en toda Francia, y aunque la colección de coches no paraba de crecer, sus empresas iban poco a poco hacia el abismo. A pesar de ello en 1964 llegó procedente de Marsella un tren con nada menos que 30 Bugattis a bordo. El americano John W. Shakespeare era poseedor de la mayor colección de Bugatti en los Estados Unidos por aquel entonces y ésta fue adquirida completa por Fritz.

Con esta nueva compra los Schlumpf se convirtieron en los mayores coleccionistas de Bugatti del mundo. Entre los coches de Shakespeare se encontraba de nuevo otro tipo 41 Royale, estos deberían haber sido la joya de la corona del futuro museo que ya planeaban los Schlumpf. Finalmente no pudieron conseguir la adquisición de los cuatro Royale restantes, a pesar de hacer generosas ofertas a sus dueños, y el sueño de reunir los seis bajo el mismo techo no llegó a buen puerto.

Bugatti tipo 41 Royale
Bugatti tipo 57 SC Aravis

No solo Bugatti, sino coches de prácticamente la mayoría de marcas europeas fueron comprados por los Schlumpf en su cada vez mayor fiebre coleccionista. Algunas veces directamente al constructor, como una serie de diez vehículos que fueron comprados directamente a Gordini.

Gordini tipo 20 S

Mercedes, Ferrari, Maserati o Alfa Romeo entre otras muchas marcas, la colección fue creciendo con modelos tanto de carreras como de calle.

Finalmente en 1976 llegó la quiebra del imperio Schlumpf y los dos hermanos se exiliaron en Suiza, por aquel entonces un país neutral sin tratado de extradición con Francia. Los trabajadores con sus representantes rompieron las cadenas y entraron en lo que era el secreto mejor guardado de los hermanos, las naves de la antigua fábrica de Mulhouse, esto fue el 7 de marzo de 1977. Así descubrieron donde habían ido a parar las ganancias y el futuro de todas aquellas familias de trabajadores, en la creación de la mayor colección de coches del mundo.

Bugatti tipo 59/50 B

La colección fue tasada por los expertos en 80 millones de francos, aunque las deudas dejadas por los hermanos superaban los 100. Cuando los coleccionistas del mundo entero se frotaban las manos pensando en la venta de todos los coches, el gobierno francés intervino declarando una gran parte de la colección patrimonio nacional.

Con la ocupación del museo los trabajadores también tenían acceso a las oficinas, así se descubrió que de los cerca de 24 millones de francos que los Schlumpf se habían gastado en su colección no habían utilizado ni uno solo procedente de su propio patrimonio.

En abril de 1981 un tribunal decidió pagar todas las deudas de los hermanos con la venta del museo a un consorcio formado por: el estado francés y la región y la ciudad de Mulhouse, por un precio de 44 millones de francos. Finalmente en julio de 1982 fue inaugurado oficialmente el “Musée National de l’Automobile”.

En mi caso no puedo explicar con palabras la sensación que tuve la primera vez que pisé este lugar, es como entrar en otro mundo. Desde que tengo uso de razón siempre me han apasionado los coches pero desde ese día me gustan aún más si cabe.

Y por supuesto un amante de la marca Bugatti, de la que hasta ese momento solo había visto un puñado de ellos. Uno podría pasarse horas contemplando el increíble tipo 55 dando vueltas en una plataforma.

Bugatti tipo 55

Pero es que de los 38 que se fabricaron, este museo cuenta con nada menos que ocho unidades.

Lo mismo pasa con el tipo 57 S, del que tan solo se construyeron 41 unidades, y de las cuales los hermanos Schlumpf lograron reunir nueve bajo el mismo techo.

También coches de marcas de lujo como Isotta Fraschini, Bentley, Rolls Royce o Hispano Suiza entre otras muchas ya desaparecidas y la mayoría de ellas prácticamente olvidadas.

La zona dedicada a los coches de carreras nos hace rememorar prácticamente la historia completa del automovilismo desde sus inicios.

Panhard & Levassor tipo 35 cv

Hasta coches de fórmula uno más modernos, que a pesar de no pertenecer a la colección original, si podemos disfrutar en la actualidad gracias a préstamos por parte de los museos de diferentes marcas.

Y no solo vehículos para adultos, los niños también pueden ver una colección de coches a pedales muy extensa.

Los coches de rallies no podían faltar, y si es algún grupo B pues mucho mejor.

El pasado año 2019 coincidiendo con el 110 aniversario de Bugatti pudimos ver una exhibición especial llamada <<Los incomparables Bugatti>>. En esta muestra, además de los modelos más emblemáticos de la época dorada de la marca, también vimos modelos más modernos como el EB110.

Bugatti EB 110

El prototipo Galibier o los más recientes Divo y Chiron, así como también el modelo que significó el renacer de la marca de la mano del grupo VAG, el Veyron.

La familia Bugatti era sin duda alguna una familia de artistas, tanto el padre, Carlo, como sus hijos Ettore y Rembrandt destacaron en lo suyo. Carlo diseñando muebles, Rembrandt en la escultura. También para Ettore, los diseños de cada una de las piezas de sus coches además de funcionar, debían tener un atractivo diseño. El hijo de Ettore, Jean Bugatti diseñó una de las carrocerías más bonitas de la historia del automóvil, como fue el tipo 57 S Atlantic. Su trágico fallecimiento en 1939 puso fin demasiado pronto a su carrera.

En mi caso seguiré esperando mi próxima visita, poder perderme por los pasillos de este maravilloso lugar, y seguir soñando frente a un tipo 55, al Lotus 33 de Jim Clark o al Maserati 250F de Fangio.

Fotografías: Jose González.

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